El enfoque de WWF apunta a la construcción de ciudades compactas y equitativas en equipamiento y servicios, con subcentros donde sea posible satisfacer la mayor cantidad de necesidades posibles a través de la caminata y la bicicleta y, en segundo lugar, favorecer el uso de un transporte público digno, eficiente, asequible y bajo en emisiones para desplazamientos de mayor extensión.  

El automóvil de uso privado, por su parte, debe ser utilizado de forma racional, evitando su uso para el desplazamiento cotidiano y quedando relegado a situaciones específicas, como personas con necesidades especiales, transporte de enseres o para dirigirse a áreas sin cobertura de la red de transporte público. 

Por último, el cambio de paradigma sobre la movilidad debería propiciar la transformación de las ciudades, donde las calles que actualmente son destinadas casi exclusivamente a la movilidad vehicular, puedan ser reconvertidas en espacios para la naturaleza y las personas, generando corredores biológicos, zonas con jardines adaptadas a las condiciones climáticas, carriles para el desplazamiento seguro de ciclos, entre otras soluciones que mejoren la calidad de vida de las personas en las ciudades.