Nuestro sistema alimentario se ha convertido en una de las amenazas para el planeta. Mientras que por un lado utiliza la mayoría de los recursos naturales -el 69% de toda el agua dulce y el 34% de la tierra-, también ha traído consigo otras problemáticas como la pérdida de biodiversidad en un 70%, la deforestación tropical y el uso de hábitats naturales como terrenos de cultivo y de ganadería.

Las cifras señalan que esta forma de producir alimentos ha causado el 75% de la deforestación, el 30% de la erosión de la capa superficial del suelo, y por si fuera poco, contribuye a más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Las dietas basadas en el planeta se han convertido en una de las alternativas más prometedoras para revertir los efectos que tiene nuestra alimentación sobre la naturaleza. Según WWF, una dieta basada en el planeta puede llegar a disminuir hasta en un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero, reducir la pérdida de biodiversidad en un 46% y mejorar el uso agrícola de la tierra en un 41%.

Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de dietas basadas en planeta? Según el informe de WWF “Revirtiendo la curva: el poder restaurativo de las dietas basadas en el planeta”, estas consisten en patrones de consumo con altos beneficios para la salud humana y bajos impactos ambientales. Se trata de usar ingredientes sostenibles y saludables producidos dentro de los límites planetarios. Uno de los ejes fundamentales de este tipo de alimentación consiste en su capacidad de adaptarse a los contextos locales, es decir, a las necesidades y posibilidades de cada región.

Desde soluciones localizadas, este tipo de alimentación busca la inclusión de alimentos sanos producidos dentro de los límites planetarios, con el fin de impulsar la agrobiodiversidad y reducir el sobreconsumo de ciertos tipos de comida. Según el informe de WWF, la evidencia ha demostrado que la reducción del excesivo consumo de alimentos de origen animal, a causa del incremento del consumo relativo de alimentos de base vegetal, rinde beneficios tanto ambientales como de salud, representando ventajas para todos los actores involucrados.

Teniendo en cuenta la triple crisis ambiental, de pérdida de biodiversidad, cambio climático y contaminación que se enfrentan a nivel global, WWF busca promover hábitos alimentarios sostenibles, que tengan en consideración los siguientes elementos:

• De kilómetro cero, es decir, que sean producidos localmente y que tengan una baja huella de transporte. Cocinar con ingredientes de kilómetro cero no sólo ayuda a reducir las emisiones de dióxido de carbono, sino que, también, aporta a la economía local, generando una cadena de valor virtuosa entre productores, comercializadores y consumidores finales.
• Respetando los ciclos de la naturaleza y consumiendo productos frescos de la estación, además de promover una producción a baja escala, fundamentada en la agroecología, donde se buscan técnicas naturales para combatir pestes y plagas, evitando el uso de productos químicos que dañan la naturaleza.
• Con ingredientes diversos para la naturaleza y las personas, permitiendo aumentar la matriz alimentaria y promover la producción y el consumo de cultivos menos extendidos, permitiendo su revalorización y evitando su extinción a través del tiempo; asimismo, se promueve la biodiversidad y los sistemas agroalimentarios se hacen más resilientes a las diversas amenazas que enfrentan como pestes y plagas.
• Saludables y balanceados, que ofrezcan al consumidor la posibilidad de llevar una nutrición completa y adecuada a sus necesidades y preferencias garantizando el acceso a nutrientes de calidad como proteínas de alto valor biológico, vitaminas, minerales y fibra alimentaria, promoviendo su salud y aportando en la prevención de sufrir enfermedades relacionadas.
• Que pongan en valor el patrimonio alimentario de Chile, promoviendo ingredientes y recetas locales que representan la geografía y las culturas de los territorios.