Este sábado 13 de mayo se celebra el Día Mundial de las Aves Migratorias, efeméride que tiene también una segunda fecha: el segundo sábado del mes de octubre.
Se trata de especies muy relevantes en términos ambientales, ya que desde las alturas son realmente testigos “privilegiados” de cómo el ser humano va destruyendo o degradando los ecosistemas y recursos naturales. Cada año, vuelan miles y miles de kilómetros, en muchos casos solo para descubrir que sus antiguos hogares se han convertido en bloques de hormigón o se han vuelto inhabitables debido a la degradación del medio ambiente.
Para esta celebración de las aves migratorias, WWF ha puesto énfasis en la fuerte relación que existe entre ellas y los humedales. Estas maravillas voladoras son consideradas barómetros de la salud del agua dulce, pero lamentablemente se están acercando a la extinción. Los científicos han descubierto que más del 60% de las poblaciones de aves acuáticas ahora muestran signos de disminución o se han extinguido en apenas un poco más de dos décadas en Asia. Sin un esfuerzo concertado, podríamos perder muchas de estas especies.
Los humedales solo cubren el 6% de la superficie del planeta, pero un enorme 40% de toda la biodiversidad vive y se reproduce en ellos. Están en el corazón de nuestra vida diaria: nos brindan refugio, agua potable, alimentos, protección contra inundaciones y tormentas, y resiliencia frente a la crisis climática. No es de extrañar que sus funciones les hayan valido el apodo de "riñones de la tierra" y "supermercados biológicos".
Para las aves migratorias, los humedales son escalas críticas en sus largos viajes, lugares donde pueden descansar y recuperarse para continuar hacia sus hogares estacionales. Sin ellos, estos viajes migratorios serían imposibles de completar: los humedales son los que hacen que las rutas migratorias sean funcionales.
Pero estas fuentes de vida están desapareciendo. Hemos perdido el 35% de todos los humedales desde 1970, a un ritmo tres veces más rápido que el de la pérdida de bosques. Y esto afecta a toda la vida en la superficie y bajo el agua. Menos aves migratorias surcan los cielos, mientras que las costas y las ciudades se han vuelto más vulnerables a las inundaciones y al aumento del nivel del mar. Las comunidades que dependen de los peces se enfrentan al hambre y a la pérdida de medios de subsistencia. Además, las empresas y los gobiernos están perdiendo aliados clave en la búsqueda de soluciones a la crisis climática.
Un sitio clave en el sur de Chile
Al sur de Quellón, isla Guafo es un punto muy relevante para aves migratorias, en específico para la fardela negra (Puffinus griseus) que tiene aquí un gran sitio de nidificación. Cada año llegan hasta el bosque de la isla cerca de cuatro millones de individuos de esta especie, conformando la mayor colonia reproductiva de aves migratorias en el mundo.
Se trata de especies muy relevantes en términos ambientales, ya que desde las alturas son realmente testigos “privilegiados” de cómo el ser humano va destruyendo o degradando los ecosistemas y recursos naturales. Cada año, vuelan miles y miles de kilómetros, en muchos casos solo para descubrir que sus antiguos hogares se han convertido en bloques de hormigón o se han vuelto inhabitables debido a la degradación del medio ambiente.
Para esta celebración de las aves migratorias, WWF ha puesto énfasis en la fuerte relación que existe entre ellas y los humedales. Estas maravillas voladoras son consideradas barómetros de la salud del agua dulce, pero lamentablemente se están acercando a la extinción. Los científicos han descubierto que más del 60% de las poblaciones de aves acuáticas ahora muestran signos de disminución o se han extinguido en apenas un poco más de dos décadas en Asia. Sin un esfuerzo concertado, podríamos perder muchas de estas especies.
Los humedales solo cubren el 6% de la superficie del planeta, pero un enorme 40% de toda la biodiversidad vive y se reproduce en ellos. Están en el corazón de nuestra vida diaria: nos brindan refugio, agua potable, alimentos, protección contra inundaciones y tormentas, y resiliencia frente a la crisis climática. No es de extrañar que sus funciones les hayan valido el apodo de "riñones de la tierra" y "supermercados biológicos".
Para las aves migratorias, los humedales son escalas críticas en sus largos viajes, lugares donde pueden descansar y recuperarse para continuar hacia sus hogares estacionales. Sin ellos, estos viajes migratorios serían imposibles de completar: los humedales son los que hacen que las rutas migratorias sean funcionales.
Pero estas fuentes de vida están desapareciendo. Hemos perdido el 35% de todos los humedales desde 1970, a un ritmo tres veces más rápido que el de la pérdida de bosques. Y esto afecta a toda la vida en la superficie y bajo el agua. Menos aves migratorias surcan los cielos, mientras que las costas y las ciudades se han vuelto más vulnerables a las inundaciones y al aumento del nivel del mar. Las comunidades que dependen de los peces se enfrentan al hambre y a la pérdida de medios de subsistencia. Además, las empresas y los gobiernos están perdiendo aliados clave en la búsqueda de soluciones a la crisis climática.
Un sitio clave en el sur de Chile
Al sur de Quellón, isla Guafo es un punto muy relevante para aves migratorias, en específico para la fardela negra (Puffinus griseus) que tiene aquí un gran sitio de nidificación. Cada año llegan hasta el bosque de la isla cerca de cuatro millones de individuos de esta especie, conformando la mayor colonia reproductiva de aves migratorias en el mundo.