Posted on junio, 24 2020
Por Janis Vergara
Unidad de Comunicaciones
WWF Chile
Rachel Carson es conocida como “La primera mujer ecologista”. Nació en Pennsylvania el 27 de mayo de 1907. Diversas fuentes históricas dictan que su madre fue quien le inculcó el amor por la naturaleza y que su curiosidad la hacían pasar horas explorando la granja familiar, mientras investigaba en diversos libros sobre el planeta y sus habitantes. A los ocho años ya escribía historias sobre animales y para los once años ya había publicado su primer cuento, dejando en claro su principal tema de atracción: la naturaleza, inclinándose particularmente por el océano.
En su juventud se graduó con honores, convirtiéndose en Bióloga Marina y obteniendo una maestría en Zoología, si bien sus intenciones eran continuar un doctorado, debió descartar esta posibilidad tras problemas económicos. Debió dedicarse a la docencia por un año, hasta que encontró trabajo en el Servicio de Pesquerías, escribiendo guiones educativos para el programa de radio “Romance bajo las aguas”, convirtiéndose en la segunda mujer en ser contratada por el departamento como bióloga acuática.
Luego de diversas publicaciones, en 1962 difunde “La Primavera Silenciosa”, libro que escribiría un gran hito en la historia de la ecología por dos razones: su contenido, la popularización de la ciencia ecológica en el movimiento de masas. Su investigación denunció el uso generalizado de pesticidas en cultivos, donde los venenos utilizados se acumulaban en la cadena alimenticia, provocando grandes riesgos en la salud humana y para la flora y fauna. Escribió que: “Polvos y aerosoles ahora se aplican casi universalmente a granjas, jardines, bosques y hogares. Productos químicos no selectivos que tienen el poder de matar a todos los insectos, a los “buenos” y a los “malos”, de calmar el canto de los pájaros y el salto de los peces en los arroyos, de cubrir las hojas con una película mortal para luego permanecer en el suelo. Todo esto aunque el objetivo deseado pueda ser solo unas pocas hierbas o insectos”.
Estas declaraciones hicieron que Rachel fuera el objetivo de una campaña de difamación por parte de la industria química norteamericana, quienes la acusaron de “fanática de la naturaleza”, “histérica” y “solterona”, debido al desarrollo de su vida como mujer sin hijos a la edad de 55 años. Sin embargo, su libro permaneció siete meses en la lista de “los más vendidos” del New York Times y también impulsó una investigación federal por el uso de pesticidas, dando pie a un endurecimiento de regulaciones en el ámbito, donde el mismo John Kennedy ordenó el desarrollo de un informe a sus asesores científicos, quienes darían la razón a Carson. A partir de ese momento se crearon políticas ambientales que incluían la Agencia de Protección Ambiental y la prohibición de ocho de los doce plaguicidas mencionados en su libro.
Rachel falleció en 1964 producto de un cáncer de mamas, sin saber que su publicación dio un impulso a la primera ola ecologista contemporánea, que sería un gran ícono del ecofeminismo o incluso quien ayudó en gran medida a que un público de masas tuviera acceso a la ciencia de la ecología.