WWF destaca aporte del Corredor Azul del Pacífico a la acción climática en la COP30

Posted on noviembre, 18 2025

Esta iniciativa busca consolidar áreas de conservación conectadas para avanzar en la meta 30x30; disminuir los impactos de actividades humanas mediante cooperación regional y manejo sustentado en ciencia; y aumentar la inversión en conservación, investigación y monitoreo de ballenas, especies cruciales para la resiliencia oceánica y aliadas naturales contra el cambio climático.

 

Belém, Brasil— En el marco de la COP30, WWF Chile destacó los aportes climáticos del Corredor Azul del Pacífico Oriental, una iniciativa regional clave de WWF para proteger las rutas migratorias de la megafauna marina en dicha zona oceánica. Esta se extiende desde México hasta la Península Antártica, y es esencial para grandes cetáceos, además de delfines, tiburones y tortugas marinas, especies altamente vulnerables a la pesca industrial, el incremento del tráfico marítimo, la contaminación, el ruido oceánico y los impactos acelerados de la crisis climática.

Ricardo Bosshard, director de WWF Chile, enfatizó la importancia de consolidar corredores migratorios libres de amenazas. Según explicó, las ballenas contribuyen al crecimiento del fitoplancton, un regulador clave del carbono global. Entre 2010 y 2019, los océanos absorbieron cerca del 22% de las emisiones antropogénicas, lo que refleja su importancia en la mitigación climática y la urgencia de reforzar la conectividad ecológica. Esto es lo que busca, justamente WWF con la Iniciativa Transformacional del Corredor Azul del Pacífico Oriental, apuntando a consolidar estas rutas seguras a lo largo de este océano, integrando la conservación marina como solución basada en la naturaleza.

Esto se profundizó durante el evento paralelo de WWF Chile en la COP30, “Un corredor azul para gigantes del mar. De Chile a México y de regreso”, que junto a Bosshard, reunió a especialistas que analizaron las diversas aristas de este tema: Shirley Matheson, coordinadora Global de Fortalecimiento de NDC y Gonzalo Muñoz, Alto Representante de la ONU para el Cambio Climático desde la Presidencia de la COP25, quien también juega un rol global por un tratado contra la contaminación plástica. La sesión, moderada por María Inés Rivadeneira, líder de Políticas de WWF para América Latina y el Caribe, abordó amenazas para los cetáceos, el avance del acuerdo Biodiversidad Marina en Áreas Más Allá de la Jurisdicción Nacional (BBNJ), los impactos del plástico, y la iniciativa “Las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) que queremos para los océanos”, que busca fortalecer el papel del océano en las políticas climáticas regionales.

Bosshard destacó tres pilares de la estrategia del Corredor Azul: consolidar áreas de conservación conectadas para avanzar en la meta 30x30; disminuir los impactos de actividades humanas mediante cooperación regional y manejo sustentado en ciencia; y aumentar la inversión en conservación, investigación y monitoreo de ballenas, especies cruciales para la resiliencia oceánica y aliadas naturales contra el cambio climático. El evento reafirmó el compromiso de WWF con la construcción de soluciones regionales que aseguren océanos saludables para las generaciones futuras.

"En Latinoamérica y el Caribe, hablar de acción climática sin considerar al océano es ignorar el corazón de nuestra resiliencia. Este vasto ecosistema sostiene economías, protege a millones de personas y regula el clima con una fuerza silenciosa pero decisiva. Integrarlo de forma explícita y ambiciosa en las NBSAPs y las NDCs no es un gesto simbólico: es una necesidad estratégica para la región”, señaló Bosshard. “El Corredor Azul del Pacífico demuestra que, cuando trabajamos con visión de escala y cooperación, podemos resguardar rutas migratorias, recuperar poblaciones, fortalecer el manejo pesquero y actividades de turismo y así también a las comunidades costeras que dependen de estas actividades. La salud del océano determina la salud de nuestros territorios. Cuidarlo es cuidarnos, y garantizar que Latinoamérica y el Caribe enfrenten la crisis climática con verdadera fortaleza”, agregó.

Gonzalo Muñoz comentó que “las ballenas tienen un rol climático y en manejo de la biodiversidad, y sabemos que estos grandes animales se mueven por ciertas zonas donde hoy están siendo afectados por colisiones de embarcaciones, por la contaminación general y fundamentalmente los plásticos, las redes de pesca o redes fantasmas, y por la acidificación de los océanos y el aumento de la temperatura. Por tanto, es clave y urgente crear estos corredores donde estos animales puedan migrar de manera segura y saludable. Hoy Chile, con otros países de la costa del Pacífico, está promoviendo estos corredores, que debemos proteger por todo lo que implica para la salud del océano y del planeta y también para nosotros mismos”.

En cuanto al cruce entre los corredores azules y las NDC, los compromisos climáticos oficiales de los países, Shirley Matheson explicó que este año se presenta una gran oportunidad para aprovechar lo que los gobiernos ya están haciendo para planificar sus acciones climáticas nacionales junto con sus estrategias nacionales de biodiversidad. “Aquí es donde podemos ver algunas de las grandes sinergias que realmente pueden ayudar a desarrollar los corredores azules, asegurándonos de que se conserven adecuadamente. Hay un par de áreas clave en las que podemos fijarnos específicamente, una de ellas son los elementos basados en la ciencia”, precisó la experta. A ello sumó la gobernanza, que presenta también una oportunidad, dado que, al contar con planes, los países ahora deben ponerlos en práctica y ver cómo van a cumplir las políticas y la legislación, para garantizar que se protejan estas especies, al tiempo que se cumplen los objetivos climáticos. “Y también la gobernanza transfronteriza: «¿cómo se ve esto cuando trabajamos con otros países?». Creo que sería otra área innovadora que me gustaría que muchos países exploraran a fondo en los próximos años”, indicó.

Por su parte, María Inés Rivadeneira, sostuvo que “el Corredor Azul del Pacífico Oriental nos recuerda que ningún país puede proteger el océano por sí solo. Desde México hasta la Península Antártica, compartimos rutas migratorias, desafíos y responsabilidades. Cuando avanzamos juntos —con ciencia, visión regional y cooperación real— somos capaces de resguardar a la megafauna marina, fortalecer nuestras economías costeras y enfrentar la crisis climática con mayor resiliencia. La colaboración es nuestra mayor fuerza; solo uniendo esfuerzos podremos asegurar océanos sanos para las generaciones futuras”.

WWF destaca aporte del Corredor Azul del Pacífico a la acción climática en la COP30
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